(CABA) Una mujer subió con su perro a un tren del Ferrocarril Sarmiento, en la estación Liniers. Su idea era trasladarse hasta Once, pero no lo consiguió. La mayoría de los pasajeros comenzó a protestar por la presencia del perrito. Y trabaron las puertas del vagón en el que se encontraban exigiendo que la mujer y su fiel compañera descendieran del mismo.
Ante la negativa de la pasajera a bajarse, primero llegó al vagón un agente de la Policía Metropolitana. Pero no fue suficiente para convencerla, por lo que unos minutos después aparecieron en escena dos efectivos de Gendarmería. Mientras trataban de hacerla entrar en razón, la mujer discutía con cuanto pasajero se animaba a cruzarla. “Nos estás perjudicando a todos”, le decía una mujer. A lo que la señora, contestaba: “El Estado perjudica”.
Sin saber bien qué hacer, uno de los gendarmes le pidió que bajara y le aclaró que le iban a conseguir un auto para trasladarse. Ahí, la dueña del perro le gritó que se dirigía “al Poder Judicial”. Mientras otra de las pasajeras la corrigió: “A un psiquiátrico tenés que ir vos, burra, impresentable”.
A medida que pasaban los minutos, la escena comenzó a ser cada vez más bizarra y desopilante. Es que así como algunos querían convencerla de que bajara al andén diciéndole que ellos “ayudan a perritos abandonados”, otros se quejaban de que no llegarían al médico y no faltaban los que pedían “una excepción porque total a los chorros no los bajan”. “No es problema mío, no es problema mío”, gritaba la mujer sin moverse ni un segundo de su lugar. Ni siquiera se inmutó cuando le advirtieron que la iban “a linchar”. Recién pareció aceptar en el momento en que una chica propuso ayudarla y “hacerle un bozal al perro así puede viajar”