Como en su momento parecía El Rey Midas, que transformaba en oro todo lo que tocaba, ahora la situación es al revés. Mientras sufre los ratings más bajos de su historia (llegó a hacer 4 puntos), Marcelo Tinelli ve cómo su emporio económico e inclusive político se desmorona. Los números hablan por sí mismos: según la Central de Deudores del Banco Central de la República (BCRA), el oriundo de Bolívar acumula más de $ 403 millones en cheques impagos por falta de fondos, más de $ 360 millones que firmó por San Lorenzo y casi $ 43 millones en cuentas personales.
De los cheques rechazados en cuentas personales, apenas abonó el 35%. Mientras que, en cuanto a los del club de sus amores, levantó casi el 32%. En total, levantó $ 130 millones pero le faltan $ 273 millones. En proporción, respondió por apenas un tercio de la deuda en cheques rechazados que acumuló durante este año.
Por otra parte, los cheques rechazados no son todo el problema económico de Marcelo Tinelli, sino apenas una parte del mismo. Como empleador, no paga los aportes a la seguridad social desde hace un año, mientras que en los últimos dos meses ni siquiera abonó los aportes y contribuciones a la seguridad social, que sí le retuvo a sus empleados del sueldo. Es decir, se quedó con dinero que debió haber transferido apenas retenido.
Con estos antecedentes, su calificación como deudor se va deteriorando. Los atrasos con el Banco de San Juan y el Galicia, los innumerables cheques sin fondos, y la deuda que empieza a acumular como empleador, hablan de una situación económica muy difícil de levantar. Para colmo, sin los plenos políticos o futbolísticos a los que en otra época podía apelar. En San Lorenzo van prescindiendo de él, la aspiración a la presidencia de AFA parece cada día más lejana, y las amistades y apoyos que cosecha entre los oficialismo (nacional, de Capital o provinciales) se van raleando como el rating.
. La “caída del imperio”
Entre los miembros más importantes del Frente de Todos, algunos que en su momento lo apoyaron y ahora lo rechazan hablan de la “caída del imperio Tinelli”. Quizás un termómetro, porque en otros polos de poder la situación siempre fue bastante clara: Cristina Kirchner nunca lo quiso, mientras que el presidente Alberto Fernández le profesa cierta simpatía, pero más bien como reflejo de su rechazo a Claudio “Chiqui” Tapia, el mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
Ni siquiera tiene el poder omnímodo de antaño en San Lorenzo, donde el último ejercicio económico arrojó una pérdida de casi $ 638 millones, más de $ 1,74 millones por día. Desde su pedido de licencia como presidente, en la Comisión Directiva se van acostumbrando a su ausencia. De hecho, Tinelli no quería ser candidato a presidente, pero accedió luego que Horacio Arreceygor -quien ahora sí ocupa el cargo tras su licencia- se lo pidiera, asustado no sólo por la deuda del club -superaría los $ 2.000 millones- sino también por el impacto que podría tener la difusión de cómo el secretario general de un sindicato “ayudó” económicamente al club de sus amores.
En cuanto a la AFA, de los apoyos que Tinelli pregona como de su cosecha, el único comprobable es el de su coequipier de años en San Lorenzo, el actual ministro de Turismo, Matías Lammens. Ante una eventual caída de “Chiqui” Tapia, que tampoco es segura, ni siquiera el presidente Alberto Fernández se inclinaría por Tinelli, sino que miraría hacia el club del cual es hincha, Argentinos Juniors, donde Cristian Malaspina está haciendo una buena gestión.
Por otra parte, como presidente de la Liga Profesional de Fútbol, Tinelli sigue tomando decisiones que generan rechazo en clubes grandes, por la alta discrecionalidad en favor de sus intereses. De ellas sobresalen dos. La primera, haber adelantado el horario de la última final entre Racing y Colón de Santa Fe para que no le quiten rating a su programa de televisión, “La Academia”. La última, no haber postergado Boca-San Lorenzo por un día, para permitir que el club de la Ribera juegue con sus profesionales en lugar de la reserva, lo que en definitiva terminó favoreciendo a los de Boedo.