Anunciaron que demolerán algunas áreas para “ponerlo en valor”. Nota del editor.
El teatro fue donado por el artista Benito Quinquela Martín y cuenta con obras de su autoría. Desde el Ministerio de Desarrollo Urbano porteño anunciaron que demolerán algunas áreas para “ponerlo en valor”.
Hace unas semanas salió publicado en el Boletín Oficial firmado por el Director General De Interpretación Urbanística (Ministerio de Desarrollo Urbano) un comunicado en el que se anuncia que se demolerá una parte del teatro, ubicado en el barrio porteño de La Boca, para ponerlo en valor.
“Vísase desde el punto de vista urbanístico y patrimonial, el proyecto de ´Puesta en Valor, Modificación con Demolición Parcial´ (…) para el Teatro de la Ribera sito en la Avenida Pedro de Mendoza Nº 1.821/25/29 el proyecto de puesta en valor, modificación con demolición parcial para el Teatro de la Ribera”, enuncia el primer artículo de la Disposición 2047.
En el comunicado se establece que la demolición es para la “creación de un espacio arquitectónicamente viable para la futura escuela técnica de oficios teatrales que tendrá su sede en el Teatro de la Ribera, integrante del Complejo Teatral de Buenos Aires –CTBA”.
También se destaca la “realización de obras de construcción, refuerzo estructural, remodelación, puesta en valor y adaptación necesarias tanto para adecuar el espacio para la futura escuela técnica, como para mejorar las condiciones de los espacios actualmente dedicados a la formación artística en el lugar” y “brindar accesibilidad al Teatro de la Ribera a personas con discapacidad, según la normativa vigente”.
Sin embargo a pesar de las buenas intenciones a la hora de “poner en valor” el Teatro muchos vecinos y artistas manifestaron su preocupación por las modificaciones que se le realizaran a este teatro donado por el artista Benito Quinquela Martín al Consejo Nacional de Educación.
Además en diciembre de 2009 el teatro fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por decisión del Comité Intergubernamental de la UNESCO.
La preocupación es a raíz de que no están claras las modificaciones a realizarse y los tiempos de obra teniendo como antecedente la polémica generada en la “puesta en valor” del Teatro Colón.
El Teatro de La Ribera es un polo cultural en La Boca, tiene capacidad para 643 espectadores, una platea baja y una platea alta o pullman; un escenario de 11 metros de embocadura y 14 metros de profundidad. En las paredes de la sala hay ocho obras de Quinquela Martín.
Fuente nota: Diario Registrado
Por el editor
Nadie entiende desde cuándo para poner “las cosas en valor” hay que demoler, basta con ver el caso de la remodelación del Teatro Colón por ejemplo: ¿se demolió alguna parte? Sin embargo con sinónimos, notamos como las salas van desapareciendo y perdiendo valor histórico. Se plantea “poner en valor un teatro” cuando algunos están reclamando por una sala del Teatro San Martín, que supuestamente fue reformada y denuncian que aún su estado no es el óptimo.
El Complejo Tita Merello es otro misterio, desde hace años está cerrado en impecable estado y no se avizoran intenciones de abrir sus puertas para una plaza donde existe más demanda de salas de la oferta que hay.
El caso emblemático del Teatro IFT, donde hicieron un proyecto de “refundación” se donaría un millón de dólares, a cambio de hacer cocheras, en su subsuelo y un edificio de departamentos en su parte superior, reformando y demoliendo algunas partes de su edificio y sin embargo, a pesar de su aprobación, es otra incógnita. No iba a cerrarse, se cerró, todas las actividades (cursos) cambiaron de sede, hoy lo único que se sabe es que parte de su sala mayor no sabemos si fue “limpiada”, o desmantelada; los vecinos aseguran haber visto varios llenar varios contenedores, hoy, el teatro luce en estado de abandono, las obras nunca comenzaron, y la donación millonaria en dólares ¿dónde está? .Nunca entendí, como si un teatro tiene una deuda de dos millones de pesos con el fisco, y alguien “dona” un millón de dólares para hacer un proyecto inmobiliario, en lugar de poner sus cuentas en cero y arreglar pequeños detalles de infraestructura y seguir explotándolo. Ni siquiera aceptaron una idea, propuesta por un director de teatro que en soledad lucho contra el proyecto reformista, Daniel Loisi, que les sugirió, hacer un convenio con el INCAA, o con el Teatro San Martín y así sanear las deudas y generar la reactivación. Salieron a apalearlo con la recaudación de su obra “El Señor Galindez” que hacía dos años que estaba puesta en esa sala, como si la recaudación de una sola obra porque el teatro a penas tenia programación y generalmente no era comercial, ni se avizoraba intenciones de mantenerlo ocupado con programación podría con una obra clásica del teatro independiente, sanearle sus deuda millonaria. Loisi y “El Señor Galíndez”, cambiaron de sala, llenaron todo el año y en su tercera temporada, este año la obra consiguió ser declarada de Interés Cultural por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, y la Municipalidad de Mar del Plata. El IFT cerró por supuestas reformas que no vimos.
Ante esta costumbre de las “reformas”, “puestas en valor” y otros sinónimos cabe preguntarse: ¿los edificios declarados de interés cultural, puede demolerse, cambiarse, modificarse? Porque en el caso de Gaumont, lo primero que se hizo ante la posible venta de sus terrenos y demolición fue declararlo de Interés Cultural – lo hizo la Legislatura de la Ciudad – luego fue comprado por el INCAA y se recuperó. Los señores legisladores de la Ciudad aun levantando sus manos, a veces en tiempo record, además tendrían que fiscalizar, que lo que le llevan como fundamento para aprobar una iniciativa luego se cumpla y sino derogar lo que aprobaron, porque este tipo de iniciativas, avaladas por un cuerpo legislativo son peligrosas, apoyan y dan el beneplácito para “refundar por ejemplo, un teatro” el IFT, proyecto hasta ahora nunca se llevó a cabo, muere un tiempo y con ese fundamento legislativo, mañana nos encontramos con un hermoso edificio con cocheras y vemos que la sala que tenia uno de los tres escenarios giratorios de la Ciudad de Buenos Aires, impecablemente mantenida, se transforma en varias salitas y otras indefectiblemente deben desaparecer para ceder espacios a un nuevo proyecto inmobiliario, en una de las zonas que más desarrollo urbanístico y puesta en valor a tenido en estas últimas décadas como el barrio del Abasto. Y la cultura?.
Los vecinos del El Cine Teatro Urquiza, también terminaron el 21 de diciembre con otro año de lucha para reabrirlo. A pesar de todos los fallos a favor de parte de la justicia, el Gobierno de la Ciudad, sigue sin atender el caso . Los vecinos vienen luchando hace más de un año por éste espacio.
Una cautelar obtenida por la vía legal, que dictó la Jueza Lidia Lago del Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nro.7 de la Ciudad de Buenos Aires, es lo que hoy mantiene al edificio en pie pese a que hay leyes patrimoniales que deberían estar protegiéndolo. Por otra parte los proyectos presentados en la legislatura porteña, desde hace más de un año, siguen sin ser tratados por el Gobierno de la Ciudad. Frente a esto los vecinos declararon:”El patrimonio y la cultura de éste país también son de domino del Ministerio de Cultura de la Nación, por lo tanto y frente a la negativa del Gobierno de la Ciudad, comenzaremos el 2015 trabajando para que también el Estado Nacional reciba nuestro reclamo”.
Endendemos señores?. La gente pide abrir los espacios culturales, en lugar de que el Estado, aun siendo privados garantice todas las maneras de mantenerlo o cederlo, o brinde las posiblidades economicas para que a traves de diferentes formas de administración los vecinos o asociaciones los mantengan funcionando. Vale mantener un edificio cultural, antes que hacer un edificio de departamentos?. Si carajo, vale, la identidad y la cultura de un pueblo no tiene precio !
Es insólito y temerario ver como sitios declarados de interés cultural patrimonio de la humanidad, como el Teatro de la Rivera, pueden cambiar de aspecto, cerrarse o modificarse sin audiencias públicas, o con simples decretos del Poder Ejecutivo o con aprobaciones express de la Legislatura. Parece que a los porteños el cine también dejo de gustarles y a los que habilitan las Iglesias Evangélicas o los mal llamados boli shopping con tal de seguir recaudando impuestos tampoco les interesa más la cultura cinematografía, otra forma de expresar el arte, basta con caminar por la calle Lavalle para darse cuenta como se perdieron todos nuestros cines emblemáticos.
Cesar Epifanio Farrulla, Director de CEF Medios y Noticias.