Los fiscales que investigan la muerte de Diego Armando Maradona imputaron en el expediente al psicólogo y a los últimos dos enfermeros que lo cuidaron antes de su fallecimiento, mientras que solicitaron al juez de la causa la apertura de los dos celulares que pertenecían al “10”, informaron hoy fuentes judiciales.
Los tres nuevos imputados, que se suman al neurocirujano Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov, son el psicólogo Carlos Díaz y los enfermeros de la empresa “Medidom” Ricardo Omar Almirón, quien lo cuidó en el tuno noche/madrugada, y Gisella Madrid, quien lo hizo en el turno mañana.
Según explicaron fuentes ligadas al expediente, para el equipo de investigadores coordinado por el fiscal general de San Isidro, John Broyad, e integrado por sus adjuntos Cosme Iribarren y Patricio Ferrari y por la fiscal de Benavídez, Laura Capra, los tres pudieron haber tenido “por acción o negligencia” algún grado de responsabilidad en un eventual “homicidio culposo”.
Los fiscales dispusieron que los tres quedaran relevados del juramento de decir verdad, ya que comenzaran a ser investigados como imputados, y fijaron audiencia para que el viernes 12 se presenten en la Fiscalía General de San Isidro para labrar el acta correspondiente y designar abogados.
En el caso del psicólogo “Charly” Díaz, uno de los investigadores judiciales reveló que “del análisis de la mensajería instantánea surge que tenía un papel preponderante en las decisiones que se tomaban a nivel médico”.
La imputación a los enfermeros, en cambio, está vinculada a que, para los fiscales, como profesionales de la salud que estuvieron en contacto con el exfutbolista en las últimas horas de su vida podrían haber advertido el cuadro que condujo a su deceso si quizá lo hubieran controlado de manera más rigurosa. Almirón ya había declarado pero como testigo y había dicho que antes de retirarse a las 6 de la mañana, ingresó a la habitación y notó que Maradona respiraba.
Madrid, quien esa mañana relevó a Almirón y estaba presente al momento de la muerte de Maradona, es la enfermera que al declarar ante los fiscales en dos oportunidades reconoció que, una vez conocido el deceso del astro del fútbol, su coordinador le ordenó que redactara un informe falso en el que dejara asentado que ella le había hecho los controles, cuando en realidad esa mañana nunca ingresó a la habitación del “10” para “dejarlo dormir” y porque el ídolo se había peleado con ella y no la dejaba entrar.
En tanto, los fiscales Iribarren, Ferrari y Capra le solicitaron en un escrito al juez de Garantías 2 de San Isidro, Orlando Díaz, que autorice la apertura de los dos celulares marca iPhone -uno negro y otro gris oscuro-, que pertenecían a Maradona y que fueron secuestrados en su propia habitación.
En un primer momento, los fiscales prefirieron preservar la intimidad del excapitán de la selección argentina campeona del mundo en México 86, pero ahora le explicaron al juez que la diligencia es necesaria “con el objeto de recolectar mayores medidas de prueba”, para lo cual necesitan conocer las llamadas entrantes y salientes, la mensajería y los registros de voz.
A pedido de algunos abogados que representan a los hijos del “10”, los fiscales también citaron a tres testigos para el próximo miércoles. La primera, a las 10.30, será Griselda Vanesa Morel, una mujer que, según explicaron las fuentes, es la psicopedagoga de Dieguito Fernando, el hijo menor de Maradona y supervisaba los encuentros entre padre e hijo en la casa del barrio privado Campos de Roca II, de la localidad bonaerense de Brandsen.
La segunda testigo de la jornada será Romina Milagros Rodríguez, más conocida como la cocinera “Monona”, quien ya había declarado en el expediente y estuvo en el momento en el que Maradona falleció y en los últimos días dio una entrevista televisiva.
El tercer y último testigo convocado para el mismo miércoles, pero a las 12.30, es un acompañante terapéutico que tuvo el DT de Gimnasia llamado Carlos Cotar. Un cuarto testigo cuya declaración quedó diferida para cuando pueda ir a declarar, luego de cumplir el debido aislamiento porque regresó de un viaje al exterior, es el de Carlos Álvarez, exdirector del instituto cardiovascular Sacre Coeur de Palermo, cerrado en 2012, donde Maradona fue internado en 2000 luego de la descompensación que sufrió en Punta del Este y donde se le hizo una intervención para mandar a analizar una muestra de su miocardio a Estados Unidos y se diagnosticó una cardiopatía severa.
Los fiscales le pedirán a Álvarez que aporte la historia clínica de aquella internación a la que hizo referencia el exmédico de cabecera de Diego, Alfredo Cahe, en su declaración como testigo de la semana pasada.
Maradona, la mayor figura de la historia del fútbol mundial, murió a los 60 años el 25 de noviembre de 2020 al mediodía, en una casa que su familia había alquilado en el barrio privado San Andrés, de Tigre, a dos semanas de su externación de la Clínica Olivos, donde había sido sometido a una neurocirugía por un hematoma subdural en el cerebro.
La autopsia determinó que murió como consecuencia de un “edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada” y descubrieron en su corazón una “miocardiopatía dilatada”. De acuerdo con los resultados de los estudios toxicológicos realizados, Maradona no tenía alcohol ni drogas ilegales en su organismo, aunque sí detectaron psicofármacos. El foco de la investigación penal está puesto en determinar si la internación domiciliaria era la adecuada para un paciente como Maradona, si hubo mala praxis médica y si la muerte del “10” se pudo haber evitado.
Telam