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CEF Noticias | Qué pasó en la planta de YPF durante la inundación del 2 de abril de 2013

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A tres años de la fatídica inundación, la Agencia de la Calle vuelve a publicar el informe sobre lo ocurrido en la planta de Coke de YPF en la tarde y la noche del 2 de abril de 2013. La siguiente información está basada en el relato de un empleado de Yacimientos Petrolíferos Fiscales quien, resguardando su nombre, accedió a narrar su versión de lo ocurrido en la empresa durante la inundación del 2 de abril de 2013, cuando un incendio con llamas de 70 metros arrasó con la planta de Coke.

La entrevista correspondiente fue llevada adelante en conjunto por la Agencia de La Calle, integrantes de la Asociación de Familiares de Víctimas de la Inundación y miembros del Asambleas Barriales de Inundados.

“La Planta se incendió por obsoleta. Si YPF decía la verdad, la aseguradora no pagaba”

2 de abril de 2013. A las 19 horas era el cambio de guardia. Un grupo de 6 empleados debía llegar a relevar a los otros 6 que cumplían con el turno de 12 horas, para que la planta de coke se mantuviera productiva las 24 hs. Sin embargo -en aquella tarde en que La Plata y Berisso comenzaban a quedar debajo del agua- sólo tres pudieron llegar a relevar a sus compañeros. Promediando la tarde, en la zona de El Dique había ya un metro de agua.

Pasadas las 19 horas la magnitud del temporal era tal que hubo que detener la producción y establecer “condiciones seguras”. En una situación inusual, se pararon las plantas de Coke (destilado de brea que genera este tipo de carbón), la de Topping (destilado primario de hidrocarburos), y la de Aguas Acidas (limpia de fenoles al agua de los procesos de la planta).
Así las cosas, no había mucho para hacer. De hecho, los empleados no pudieron acceder al vestuario para vestirse con el uniforme de seguridad adecuado. Todo el espacio estaba inundado.

A las 19.45 hs. se escuchó una explosión grande, aunque de sonoridad “no muy fuerte: “más bien fue el ruido grave que hace el horno cuando se enciende” explicó el empleado. De hecho, eso era lo que había ocurrido: se estaba prendiendo fuego un horno de coke de 90 metros cuadrados, “de las dimensiones de una casa, como de 10 metros de largo por 5 de profundidad y 15 de alto”.

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Si bien se suponía que la planta estaba en “condiciones seguras” y su maquinaria inactiva, la explosión se produjo porque (aún estando apagado) el horno tenía la temperatura suficiente como para quemar los hidrocarburos mezclados en el agua que por ese entonces invadía todos los intersticios de la planta de coke. “Había hidrocarburos en el agua, los que pasaron a estado gaseoso al estar en un ambiente de alta temperatura. Salían por el tiraje, hasta que explotó el horno”, explicó.

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“Éramos hisopos inflamables”.
Desde las 20 horas hasta las 9 de la mañana, los hombres que intentaron apagar el fuego tuvieron sus ropas embebidas con los hidrocarburos que flotaban en el agua. La explosión -que se había dado en el cambio de guardia- había dejado a nueve hombres en el lugar, de los cuales la mayoría se resguardaba en la sala “bunkerizada”. Algunos (aquellos capacitados y en aceptables condiciones anímicas) salieron sin la vestimenta ni el equipo adecuados a tratar de combatir las llamas en el espacio inundado, con el riesgo de prenderse fuego. Así de simple, literal.

Por razones de logística operativa, económica, y de seguridad, en YPF se conforman guardias de 6 personas, de las cuales al menos dos están capacitadas para actuar como Brigada Contra Incendios. En el trascurso de aquella noche los brigadistas serían apoyados por los cuerpos de bomberos de distintas localidades de la Región (La Plata, Berisso, Ensenada, Quilmes), pero en aquel instante inicial, la planta de coke estaba cargo de tres operadores, un supervisor, y un operador de consola (ubicado a 700 metros de la planta, operando la misma a través de computadora).

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En principio, la explosión del horno no resultó demasiada sorpresa para los empleados: en lo que iba del año se habían producido dos incendios en el horno en cuestión, alentadas por el caso de que el artefacto “no contaba con lastecnología de seguridad adecuada”. Pero en el 2 de abril la situación llegó al extremo.
Los hornos de coke se encontraban a desnivel de las calles internas de la planta. Esto fue hecho así de manera preventiva, “para contener posibles derrames de hidrocarburos”, explicó el empleado. De este modo, la magnitud de agua que cayó aquella noche fue tal, que el lugar se convirtió en una “pileta inflamable”. Y las “piletas reales”, las que habitualmente desempeñaban el rol de contener efluentes, colapsaron por el intenso caudal de las aguas, con la consecuente contaminación en las aguas que fluyen hacia el río.

“Sabíamos que si explotaba el acumulador de gas no teníamos chances”

Y eso fue lo que ocurrió, marcando el principio del fin para la planta de coke. El lugar había afrontado muchos incendios, pero ninguno estimulado por las aguas con hidrocarburos que trasportaban las llamas.

El acumulador consistía en un artefacto que acumulaba a muy alta presión al gas que provenía de las afueras de la planta a través de caños. Cuando las llamas lo alcanzaron, el incendio se volvió incontrolable. En esa situación, a los empleados les resultó imposible acceder a la llave de paso de gas, que se encontraba bajo el agua a unos 200 metros, en el punto perimetral donde se le da acceso a los distintos productos necesarios para la producción (agua, gas, vapor, etc).

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A quince minutos de iniciado el incendio -habiéndose dado la secuencia desde el horno de coke al acumulador de gas- explotó el horno de la planta de Topping “abriéndose como una flor”. Por ese entonces la situación se había vuelto incontrolable. Era tal la voracidad de las llamas y el calor que despedían que “se derritió toda la trompa de uno de los primeros camiones de bomberos que se acercaron”.

Los operarios presentes se retiraron a 400 metros para protegerse y desde allí evaluar las posibilidades y los medios disponibles para solucionar el problema. Pero el estado anímico de los hombres comenzaba a menguar, llegando algunos de ellos a entrar en estado de pánico.

Los que se consideraban en condiciones pudieron vestirse con ropas ignifugas para comenzar a colaborar con los bomberos, que en ese momento eran alrededor de 40, un número tal vez insuficiente para atacar las dos manzanas de terreno que ardían con llamas que llegaron a los 70 metros de altura (en la zona de las cámaras de coke), y que dejaron a la planta de topping afectada en un 50%, y a la de coke completamente destruida.

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El primer ataque al fuego
El primer ataque al fuego tuvo el objetivo de contener las llamas. Para esto se utilizaron chorros de espuma de 11 pulgadas de diámetro arrojados a 300 metros de distancia. En esa actividad se estuvo hasta las 2 A.M, momento en que se agotaron las reservas de espuma. Este faltante fue tomado con temor por muchos de los operarios: sabían que eso significaría el avance irreversible del incendio. “Chicos, ya está” dijo resignado el Jefe del Operativo de Bomberos, y esa frase confirmó el pavor que se les había insinuado cuando se vieron sin espuma.

A las 3 AM los operarios se vieron así mismos volviendo resignados a la “zona bunkerizada”, y por primera vez tomando dimensión de lo que estaba ocurriendo: la ciudad de La Plata afrontaba la inundación más grave de su historia, e YPF soportaba el incendio más grande e incontrolable del que se tuviera registro. En tanto, en el caos de gritos torrentes y muerte que no terminaban de asumir los vecinos de la región, se iba haciendo corpórea la existencia de un fantasma hasta entonces improbable: la posibilidad de una explosión en YPF.

Del operativo participaron bomberos de las brigadas de la planta, y los cuerpos de Berisso, de Ensenada, de Quilmes, de Magdalena, de La Plata y la Prefectura Naval. Según confirmó la fuente de este informe “muchos de los bomberos no estaban capacitados para este tipo de incendio”. Es que, entre otras cosas, “comenzaron a atacar las zonas del acumulador y la planta de gases que se incendiaban”. Al parecer este fue un procedimiento incorrecto, debido a que el paso del gas era constante, de modo que al actuar el agua de las mangueras sobre las llamas que desprendían se producía la dispersión de los gases, los cuales volvían a explotar en bocanadas de fuego impredecibles. Los bomberos que actuaron en ese lugar habrían estado “a un paso de la muerte”, salvando sus vidas por el “escudo de agua” que permiten sus mangueras, cuando se dan situaciones en que el fuego supera de improviso la posición de los bomberos.

A las 4 A.M se volvió a contar con la espuma necesaria para continuar la tarea. Desde entonces el operativo se llevó adelante con camiones dispuestos en los 4 puntos perimetrales de la planta, y una brigada actuando en las “trincheras” paralelas a la calle 60, sitio donde se ubican los caños que llevan los compuestos a la totalidad de YPF. En ese lugar la tarea consistió en combatir las llamas y mantener a los caños cubiertos con una capa de espuma para evitar su explosión.

Así hasta la madrugada, se fue combatiendo el fuego hasta vencerlo en la zona donde las cámaras de Coke habían ofrecido llamas de hasta 70 metros de altura. El amanecer del 3 de abril mostró la desaparición completa de la planta de Coke y de la mitad de la planta de Topping.

“La planta se incendió porque era obsoleta” fue lo que expresó el empleado de YPF al ser consultado por las causas del incendio. “Más allá de la inundación, ni los hornos, ni el acumulador ni las cámaras, contaban con las condiciones de seguridad necesarias para evitar estas situaciones”, afirmó. Sin embargo, aseguró que la nueva planta -“3 veces mayor que la anterior”- se está construyendo con las normas de seguridad adecuadas y “cuenta con válvulas que cierran de manera automática”.

Según comentó, “el seguro se hizo cargo de los daños materiales y del lucro cesante tanto de la planta de topping como de la de coke”. Si bien las versiones oficiales relacionadas con el incendio orientaron las causales a la inundación en sí, el empleado considera que “no se informó lo de las válvulas y otras fallas para no tener inconvenientes con el seguro”.

“En YPF nadie se jubila feliz”, esa es una constante, según expresa la fuente. En una planta como la de coke -que genera entre 2 y 3 millones de pesos por día- sólo 2 de 14 empleados están capacitados para combatir situaciones de incendios. Aquellos que lo hicieron la noche del 2 de abril hasta la madrugada del 3, no habrían tenido ningún tipo de contención ni de licencia: el 3 de abril tuvieron que hacerse presentes para cumplir su turno con normalidad. Lo que resta, confía la fuente, son situaciones laborales cotidianas que llevan a los trabajadores a “afrontar fuertes dolores corporales, padecimientos oncológicos o respiratorios, como consecuencia de la constante exposición a actividades forzosas sin las protecciones adecuadas, y a la inhalación de compuestos tóxicos como lo son los sulfhídricos”.

Los mitos
Así y todo, si bien el incendio fue de dimensiones descomunales, la fuente afirmó que “se estuvo muy lejos de que explotase la totalidad de la planta”, como se temía en las zonas urbanas en el momento de la inundación. Asimismo, negó expresamente la existencia de compuertas que hubieran alterado el paso de las aguas. Para hacerlo, reafirmó una vez más su idea central respecto a los hechos: “la planta se incendió por obsoleta”.

Fuente: Leandro Moreno -Agencia de La Calle.
Video: Martín Thompson

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